Como seres humanos, cada uno de nosotros tenemos nuestras propias emociones, cultura, lengua, entre otras características y valores que conforman nuestra propia identidad y nos hacen únicos; sin embargo, a la vez, decimos que todos somos iguales porque tenemos los mismos derechos.
A pesar de nuestras diferencias, tenemos el mismo valor y por ello debemos ser tratados por igual, independientemente de nuestro origen étnico, orientación sexual o habilidades especiales.
La palabra igualdad viene de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU del año 1948.
Por esta razón, todos debemos:
- Ser respetados y tratados con dignidad e integridad.
- Evitar dirigirnos a otras personas con apodos. Es mejor llamarlas por su propio nombre.
- Formar lazos afectivos con los demás, sin discriminación de ningún tipo.
- Tomar en cuenta las emociones y sentimientos del resto.
- Aprender de todos y ser sabios al dar una opinión.
Como sociedad tenemos que asegurar que todos seamos iguales ante la ley, pero también deberíamos luchar porque se respeten nuestras diferencias. Nuestra forma de percibir y sentir nuestra historia personal, nuestras inquietudes y deseos, nuestra biología, nuestra cultura y nuestra personalidad nos convierte en personas únicas, no mejores ni peores, solo diferentes.